La Novia Equivocada Novela de Day Torres

Capítulo 126



Capítulo 126

CORAZONES ATADOS. CAPÍTULO 13. ¡O debajo de la cama o la ventana! ¡Tú elijes!

Maddi quedó aturdida y con el corazón latiéndole desbocado en el pecho mientras James la tomaba entre sus brazos y la besaba apasionadamente. Podía sentir su lengua jugueteando en su boca y sus dientes mordiendo su labio inferior. Pero la sorpresa cedió en el mismo momento en que ella cerró los ojos y pasó los brazos alrededor de su cuello.

A medida que la pasión crecía, Maddi se sentía cada vez más ansiosa, incapaz de resistirse a la voluntad de James. Respondía a su beso aferrándose a él desesperadamente, ardiendo de deseo por sentir cada centímetro de su cuerpo contra el suyo.

-No es cierto que no me gustes–susurró él cuando finalmente tuvieron que separarse porque ninguno de los dos podía respirar bien.

-¿Eh..?

-Lo que dijiste… lo que dijiste en el tribunal, de que no me gustas, no es cierto -dijo James mirándola a los ojos-. Me gustas muchísimo, Maddi; pero no iba a ser el siguiente imbécil en faltarte al respeto. Ahora estoy divorciado, solo lamento haber tardado dos minutos y cuarenta segundos en besarte.

Maddi dejó escapar una risa suave, pero parecía que no sabía qué decir.

-De verdad pensé que no te gustaba nada.

-Y yo pensé que era demasiado pronto para los dos -respondió él acariciando su mejilla—. Tú saliendo de una traición, yo saliendo de un matrimonio caótico. Tenía miedo de que pudiéramos confundir las cosas.

-¿Y crees que las confundimos? -preguntó Maddi preocupada y a él se le aflojaron hasta las rodillas con aquella carita—. ¿Crees que de verdad te gusto, o solo sea… apego, por lo del bebé? James se mordió

el labio inferior y rio.

—Maddi, la última vez que me “apegué” demasiado necesité dos duchas frías y un trabajo manual ¡solo para que se me quitara el apego! -dijo y ella se puso colorada-. Me gustas de verdad, me gustas como mujer y me gusta ese cerebro hermoso que tienes. 2

La vio sonreír y el corazón se le aceleró todavía más. Todo aquello era cierto. Para él Maddi era una mujer hermosa, tenía una belleza frágil y suave, pero un carácter capaz de poner de rodillas a cualquiera.

-Pero no me has dicho algo importante -murmuró él-. Aquí ando yo besándote y manoseándote y la verdad es que no me has dicho si a ti también te pasa lo mismo.

-¿Eh? -preguntó Maddi con los ojos abiertos de par en par.

-Tienes que decírmelo, Maddi, si te gusto. Porque a mí se me nota bastante pero a ti no.

James la estrechó contra su cuerpo y aquella insipiente erección hizo que la muchacha se sonrojara.

-Claro que me gustas -susurró Maddi, mirándolo con sus ojos brillantes- ¿Cómo no me vas a gustar si eres un príncipe? Pero… no estoy en la mejor situación y no quería que creyeras que me estaba aprovechando.

-Maddi -dijo él con dulzura-, jamás pensaría eso. Nunca se me hubiera pasado por la

cabeza verte como esa clase de persona. Eres demasiado importante para mí. Solo quiero que te sientas libre de decirme las cosas como son.

-Eso tampoco puedo hacerlo.

-¿Por qué no?

-Porque quiero que me sigas viendo tierna. -Maddi hizo un puchero y él apretó los labios para aguantar la risa mientras se inclinaba hacia su oído.

Estás tratando de evitar la idea de follar salvajemente sobre un escritorio del juzgado ¿ verdad? – le susurró con voz ronca y la sintió estremecerse contra su cuerpo antes de asentir.

Mmmjjjmm.

-No te preocupes, creo que en la casa tenemos suficientes mesas.

La besó de nuevo, mientras sus manos recorrían su cuerpo y Maddi sentía que se derretía con sus caricias.

-Creo que mejor nos vamos susurró él-. Todavía nos pueden condenar por

comportamiento indecente.

Salieron del juzgado agarrados de la mano, como si fueran dos niños.

La primera sorpresa les llegó cuando el deportivo de James apareció en el estacionamiento con las llantas pinchadas y los cristales deshechos. Sabían de sobra que eso era una venganza de Sabrina, pero la verdad era que no les importaba, por fin se había librado de ella y eso había que celebrarlo.

Lo que ninguno de los dos esperaba era que Meli y Nathan decidieran continuar la celebración en su casa, y luego se le sumaron John, Will, Connan, la nena, y tuvieron la mejor tarde del mundo compartiendo en familia.

Todos estaban felices, pero Maddi y James no dejaban de mirarse, y casi siempre con deseo, pero con todos allí no había mucho que pudieran hacer.

Maddi procuraba mantenerse en movimiento y James procuraba mantenerse quieto, porque solo le bastaba con mirarla para que se le saliera el Rey León que había tenido dormido por un buen tiempo.

-Maddi, ¿te molestaría si esta noche nos quedamos aquí? -preguntó Meli de repente-. Es que nos íbamos a quedar en el departamento de Sophi, pero es que en el centro de la ciudad siempre hay bullicio. 2

-¡Pues claro que pueden quedarse, Meli! ¿Qué pregunta es esa? Si en esta casa lo que sobran son habitaciones. John también se está quedando con nosotros. ¡Faltaba más!

-Gracias linda. Ya mañana debemos regresar y queríamos pasar el mayor tiempo posible con ustedes.

No te preocupes. Les preparo una de las habitaciones principales, y de paso voy por más refrescos -dijo Maddi con una sonrisa y se levantó para ir a la cocina.

Dos minutos después a James le entró una llamada de trabajo y fue a contestarla.

-¿De verdad se van a quedar aquí esta noche? –Se burló Will mirando a Meli y a Nathan–.¿ No se dan cuenta de que esos dos se traen tantas ganas que lo único que les falta es que les salgan subtítulos sobre las cabezas? 2

-¡Oooooh! ¡Sí nos damos cuenta! -exclamó Nathan-. Pero hubo un tiempo, por allá cuando él era bebé, en que James no nos daba ni un respiro a su madre y a mí… ¡así que ahora es tiempo de la venganza, baby! ¿No es cierto, amor? *

¡Claro que sí! -replicó Meli chocando su puño, ¡y que agradezca que solo nos quedamos

una noche! 2

Y James lo agradecía, de verdad lo agradecía porque si hubieran sido más, él iba a hacer combustión espontánea. Maddi estaba cerrando la nevera después de servir los refrescos cuando sintió que alguien tiraba de su brazo y en cuestión de segundos estaba encerrada con James en la despensa.

Sus bocas se encontraron con urgencia y él la levantó, haciéndola enredar las piernas alrededor de su cintura mientras la apretaba contra una de las paredes. Maddi intentó que aquel gemido se le saliera bajo, pero sentía su piel arder mientras los labios de James bajaban por su cuello y sus dientes mordían suavemente sobre uno de sus pechos.

-¡Dios….! No me hagas, esto, no podemos hacer esto aquí -jadeó Maddi buscando su boca y enredando la lengua con la suya en una batalla que ya estaba perdida.

-No vamos a hacer nada, solo te quiero torturar un poco, para que pases hasta mañana pensando en lo que voy a hacerte -dijo él en su oído y la escuchó jadear bajito.

-¿De verdad? ¿Y tú desde cuándo eres tan malo?

-Desde

que me estoy muriendo por probarte y me diste tu consentimiento para que lo hiciera -sonrió James soltando dos botones de su blusa y deslizando una mano bajo su brasier.

Maddi contuvo el aliento y un gemido cuando él le acarició el pezón con el pulgar y le devolvió los pies al suelo despacio, apretándose contra ella.

-¿Te imaginas cuando esto sea mi lengua? -susurró mientras acariciaba la pequeña areola y ella se estremeció, mojándose en dos segundos.

-¿Se te olvidó que estoy hormonal? ¿Por qué me haces esto? ¿No has escuchado hablar de la venganza de las embarazadas insatisfechas?

No.

-Pues te la voy a aplicar hoy si no me sueltas.

James rio mientras retiraba las manos de su cuerpo. Él tenía una erección de mil demonios y ella estaba más mojada que el Amazonas, pero después de todo era muy divertido.

Volvieron con la familia cuando estuvieron medianamente presentables y estuvieron charlando y celebrando hasta que Will y Connan se despidieron. Todos se fueron a dormir y la venganza de Maddi fue cerrar a puerta de su habitación con seguro para que James no tuviera más remedio que dormir en otra habitación.

No le costó demasiado dormirse, después de todo había sido un día intenso y estaba muy cansada, pero ni siquiera habían pasado diez minutos cuando Maddi comenzó a sentir aquel calor desesperante que recorría su cuerpo. Pateó las mantas y se revolvió en la cama, pero seguía sudando y sus pupilas se movían rápidas bajo sus párpados por aquel sueño.

Era delicioso, en realidad, y por supuesto era con James. Soñaba que estaba con él, que estaba seduciéndola y conquistándola hasta controlar cada gemido que salía de sus labios. De repente el calor fue simplemente demasiado intenso y aquella sensación fue tan real que ella abrió los

ojos sobresaltada, con el corazón acelerado mientras se levantaba sobre sus codos y veía la sonrisa luminosa de James entre sus piernas.

-Ese parecía un excelente sueño -susurró él con picardía—. Solo quise ayudar un poquito. Maddie respiraba entrecortadamente mientras veía su bata de dormir subida hasta su vientre, sus piernas abiertas y sus bragas desaparecidas. Y en medio de todo eso estaba la boca de James, bajando hasta morder suavemente su sexo, con una sensualidad que hizo a Maddi temblar.

-James… -susurró ella entre gemidos, sintiendo su cuerpo estremecerse de placer mientras él la devoraba.

James sintió sus pequeños dedos enredarse en sus rizos mientras Maddi arqueaba la espalda involuntariamente y aquel mar de gemidos se le escapaban.

La noche estaba llena de sensualidad y placer, uno que estallaría en su boca pocos segundos después mientras Maddi se cubría la cara con una almohada para no gritar.

James sintió crecer aquella erección de inmediato, la deseaba tanto que dolía… pero parecía que le iba a seguir doliendo porque los toques en aquella puerta los hicieron sentarse a los dos de golpe.

-¿Maddi? ¿Cariño, podemos hablar? -se escuchó la voz de Meli y en dos segundos ella había empujado a James fuera de la cama.

-¡Métete debajo! -le ordenó en un susurro.

-¡Claro que no! -replicó él.

-¡O debajo de la cama o la ventana! ¡Tú elijes! -le advirtió Maddi y James rezongó siete veces antes de meterse debajo de la cama.

Meli venía con helado y muchas historias de cuando él era niño. Maddi se derritió de la ternura y para cuando Nathan se asomó a la puerta y Meli salió sigilosamente los dos se les quedaron mirando.

¿No son lindos?

la cama. 8

susurró Meli-. Tan grande nuestro niño y todavía se esconde debajo de

¡Listo, venganza completa! ¡Ahora vámonos a dormir! -se rio Nathan.

Cuando James volvió a abrir los ojos ya era de día, trató de incorporarse aturdido y se golpeó la cabeza contra el fondo del colchón, dándose cuenta de que todavía estaba bajo la cama.

-¿James? -murmuró Maddi somnolienta. ¿Te quedaste dormido ahí?

Pero en lugar de responder James le dio un beso rápido y la bajó de la cama. Aquel fue el desayuno más atropellado de la historia, media hora después él empujaba a John y a sus padres fuera de la casa.

-Cuídate mucho hijo, nos hablamos…

¡Sí, claro mamá!

-Y cuida a Maddi…

-¡También, también!

-Y…

—¡Mamá se les va el avión! ¡Los quiero mucho, adiós! —los apuró James y apenas cerró la puerta cuando sintieron el golpe de algo seco contra ella y podían imaginar perfectamente de qué era. 3

Meli y Nathan se miraron.

-¿Se le habrá olvidado que el avión es privado? –se rio Meli.

-Tal como están las cosas

deberíamos alegrarnos. 13

se rio Nathan Content is property © NôvelDrama.Org.

con que no trabaje “a la velocidad del avión”


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