Diario de una Esposa Traicionada Capítulo 121
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Mi pecho parecía haber sido rasgado por una grieta. Las lágrimas ya no podían salir y mi voz débilmente decia “No tengo esposo, tampoco familia. por favor, tienen que salvar a mi hijo.”
“Mmm…”
La enfermera echó un vistazo entre mis piernas, su expresión era de dificultad, pero al final solo dijo: “Haremos todo lo posible.”
Al escuchar estas palabras de parte de la doctora, solte un suspiro de alivio. Sin embargo, apenas me subieron a la mesa de operaciones, después de preguntarme sobre mi situación, dijo directamente: “Llamen al anestesista, prepárense para un legrado.”
Miré fijamente la luz de operaciones, brillante y dolorosa para mis ojos secos. El médico levantó mi vestido largo, parecia haberme preguntado algo, pero mi mente zumbaba y no tenía otra opción. Senti un leve pinchazo en el dorso de la mano y en un instante perdí toda conciencia, sumiéndome en la oscuridad.
Aquel día era uno de los día más oscuros de mi vida.
“Mamá.”
“Mamá.”
“Mamá, me voy, mamá no me quiere…”
Viendo una pequeña figura alejándose cada vez más, grité con fuerza: “¡No, no te vayas! ¡Mamá no te dejará!”
Al abrir los ojos, solo vi paredes blancas. El cuarto del hospital estaba tan silencioso que solo se escuchaba el goteo del suero, Leticia, que estaba a mi lado, se levantó de repente y preocupada dijo: “¿Cloé? ¡Cloé, despertaste! ¿Cómo te sientes?”
“Leti, ¿mi hijo?”
Al verme despierta, el brillo que llenaba los ojos de Leticia desapareció repentinamente, dejando en su lugar un vacio asustado.
“…Lo siento…” Dijo, con lágrimas en los ojos.
“Yo…”
Toqué mi abdomen, sintiéndome vacía, como si hubiera perdido mi alma: “Mi hijo… soñé que decía que no lo queria…”
“Cloé…”
Los ojos de Leticia se llenaron de lágrimas de nuevo, y desvió la cabeza para secarlas diciéndome: “No es tu culpa, no es tu culpa, el bebé seguro sabe que su mamá es quien más lo ama.”
“Pero, no pude protegerlo.” Era mi culpa. Todo era mi culpa..
Senti como si hubiera un gran hueco en mi corazón, con el frío viento soplando furiosamente hacia adentro.
Leticia negó con la cabeza, insistiendo: “No es tu culpa, tonta, ¿por qué eres tan tonta? Si te sientes mal, llora, ¿si?”
“Isaac, ¡quiero comer pastel de crema!”
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Capitulo 121
Desde afuera, se escuchó una voz débil, seguida por la fría respuesta de Isaac: “El doctor dijo que no puedes comer cosas frías por ahora.”
“¡Oh! Entonces, ¿me llevas de vuelta a mi cuarto, por favor?”
“…Andrea, ¿cuándo vas a madurar?”
Leticia se enfureció de repente, volteándose como un cohete, pero la detuve.
Mirándola fijamente dije: “Leti, no quiero quedarme aquí.”
Ella, con el corazón partido, dijo: “El doctor mencionó que acabas de pasar por… una operación, y también tienes heridas, seria mejor quedarte en observación un par de días.”
“Quiero irme ahora.”
Me levanté de inmediato, como si no sintiera el dolor casi mortal en mi vientre, bajo la mirada atónita de Leticia, desenchufé la aguja de mi mano y me bajé de la cama para irme.
“Cloe…
Leticia rápidamente agarró una bolsa de medicinas de la mesita de noche y me siguió mientras decía: “Está bien, como quieras.”
Aparte del dolor en mi estómago, sentía dolor en varias partes de mi cuerpo. Con Leticia apoyándome, no podía caminar rápido.
Para colmo, pasamos por delante de la habitación de Andrea en el camino al ascensor.
“¿Cloe?”
Andrea me vio y exclamó, para luego empujara a Isaac: “Creo que vi a Cloé, ¿puedes mirar si es ella?”
Inmediatamente, esos ojos oscuros de Isaac se giraron hacia mi, se levantó y se acercó rápidamente.
Leticia encontró la oportunidad para estallar: “Isaac, acaso no viste a tu queridita lo que hizo…?” “¿Por qué no la detuviste?”
Isaac se paró frente a mi, su expresión era helada y aterradora, interrumpiendo bruscamente a Leticia, mientras cada palabra como un puñal se clavaba en mi corazón.
“Cloé, siendo una persona inteligente y razonable, ¿cómo pudiste mirarla actuar tan caprichosamente? ¿No sabías que estaba embarazada?”
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