Capítulo 83
Capítulo 83
Si en Capital Nube hubiera que nombrar al segundo mejor médico, nadie se atrevería a ser el primero..
¿Quién seria la persona que había mejorado el estado de salud de la abuela Zesati?
Si hubiera sabido que alguien más podria curar a la abuela Zesati, nunca hubiera despreciado a Joaquin, y mucho menos hubiera exigido una disculpa por parte de la anciana.
Si hubiera acompañado al mayordomo a la casa de la familia Zesati, nadie más habría tenido la oportunidad de adelantársele y curar a la anciana.
Lamentablemente, en este mundo no existían píldoras para el arrepentimiento.
El Dr. Lozano ahora desearía poder golpearse a sí mismo por lo estúpido que había sido.
Justo en ese momento, el sonido urgente de un timbre de teléfono cortó el aire.
¿Sería el Sr. Garcia que llamaba?
Una luz de esperanza se encendió en los ojos del Dr. Lozano. Content property of NôvelDra/ma.Org.
¡Seguro que la anciana habia recaido!!
El sabia que en Capital Nube no podía haber nadie con habilidades médicas superiores a las suyas.
“¿Si?” El Dr. Lozano se tomó un momento antes de contestar la llamada.
Después de todo, ahora era la familia Zesati la que necesitaba de sus servicios.
Esperaba escuchar la voz del Sr. García al otro lado de la línea, pero en lugar de eso, fue sorprendido por una voz femenina bastante joven.
“¡Hola! Félix, ya encontré la casa, es de tres habitaciones en un buen distrito escolar, el costo total es de cinco millones, pero solo necesito dos millones seiscientos mil para el anticipo. ¿Cuando vas a hacer la transferencia?”
El Dr. Lozano se quedó perplejo. “Diana? ¿Cuándo cambiaste tu número?”
*Acabo de cambiarlo! ¿No lo anotaste?”
El Dr. Lozano se quedó sin palabras y su rostro se torno muy sombrio
Félix! ¡Estoy hablando contigo! ¿Cuand
vas a hacer la transferencia?”
“No tengo esa cantidad de dinero en este momento.”
“¿No tienes dinero? Pero dijiste que habías encontrado a una anciana muy rica recientemente. ¿Acaso no quieres comprar la casa para nosotros, tu hijo y para mi?”
No debería haber mencionado eso, porque al hacerlo, el rostro del Dr. Lozano se volvió aún más sombrio. “No te preocupes por el dinero, dame un poco más de tiempo.”
La voz del otro lado parecía algo insatisfecha. “Está bien, pero Félix, ¿vendrás a verme esta noche? Guzmán dijo que te extraña.”
El Dr. Lozano tenía la intención de rechazar la invitación, pero al escuchar el nombre de Guzmán, las nubes en su rostro se dispersaron un poco. “Está bien, iré después del trabajo.”
Capitulo 83
Mientras tanto.
Un Bentley negro y discreto se detuvo al lado de la carretera.
Una anciana vestida’con ropas desgastadas bajó del coche apoyándose en un bastón y agitó la mano hacia el asiento del conductor. “Pueden irse.”
El conductor asintió con la cabeza y dirigió el coche para dar la vuelta y marcharse.
La abuela Zesati se paró bajo un robusto árbol de alcanfor, cuyas frondosas hojas ocultaban el sol ardiente. Pronto, sacó un teléfono celular antiguo de su bolsillo y marcó un número.
La llamada fue contestada rápidamente. “Hola, ¿quién es?”
Una voz suave, como si pudiera disipar el calor del verano, resonó al otro lado del teléfono, haciendo que uno se sintiera a gusto.
“¡Adivina quién soy!” La abuela Zesati se pellizcó la nariz a propósito.
Al otro lado, Gabriela respondió con una risa: “¡Abuela Zesati!”
“¡Gabi, qué inteligente eres! ¡Adivinaste que era yo enseguida!” No por nada ella la habia elegido como la futura esposa de su nieto.
Gabriela respondió con un tono coqueto: “¡Claro que si! ¡Soy muy inteligente! Por cierto, abuela Zesati, ¿dónde se encuentra usted ahora?”
La abuela Zesati miró a su alrededor. “Estoy cerca del gran mercado de Sunshine, en el Paseo de la Libertad 318. Gabi, ¿dónde vives? Iré a buscarte.”
“Vivo cerca. Espere ahí, no se mueva. Iré a buscarla.”
“Está bien.”
La abuela Zesati apenas había colgado el teléfono cuando vio a Gabriela corriendo hacia ella desde el otro lado de la calle. “¡Abuela Zesati!”
“Gabi. Gabriela saludó a la abuela Zesati con la mano.
Hoy, ella iba vestida de manera sencilla.
Una camiseta roja con unos pantalones vaqueros, y bajo el resplandor del sol, sus piernas parecian aun más delgadas y largas.
Capitulo 84