Capítulo 741
Capítulo 741
Capítulo741
Enrique estaba sentado en la audiencia, mirándolo con desdén, -¿Tú crees que así te ves, como un presidente con un corte de cabello tan alto? ¿Todavía te crees un soldado en el extranjero? No prestas atención a tu apariencia en absoluto. Además, te hicieron una cirugía anteriormente y
todavia tienes grandes cicatrices en tu cuero cabelludo. ¿Por qué no usas una peluca para
cubrirlas? ¿No te da pena que te vean así?
-Toda la ciudad de México sabe en este momento de mi lesión. Ocultarlo no sirve de nada.
Además, ¿qué tiene de malo tener un corte de pelo tan alto? Incluso si me afeito la cabeza, ¿no
afectaría mi apariencia de ninguna manera? -Alejandro bajó la mirada, su tono frío y distante,
pero con gran confianza en si mismo.
Enrique apretó los labios. Aunque en muchos aspectos no le gustaba este hijo suyo, no se puede
negar que, en cuanto a apariencia, este joven heredó todos sus atributos y los de su madre, siendo
prácticamente perfecto.
-Mañana buscaré a alguien para que te haga una peluca realista y te la envie-Enrique insistió.
En realidad, no se trataba solo de la peluca. Simplemente no le gustaba cómo Alejandro desafiaba
su autoridad y siempre trataba de manipularlo cuando tenía la oportunidad.
-Incluso si me la traes, no la usaré. Clara dijo que le gusta mi peinado actual, y mientras le guste,
a ella no lo cambiaré-Alejandro mencionó a Clara con una voz suave que casi podía hacer fluir el Text content © NôvelDrama.Org.
agua.
-¡Tú!
-A continuación, presentamos al señor Alejandro, presidente del grupo Hernández-anunció el
presentador.
Los aplausos resonaron en la audiencia.
Alejandro se levantó con elegancia, sin prestar atención a la expresión desagradable de Enrique, y
caminó con gracia hacia el escenario.
De pie frente al micrófono, Alejandro irradiaba confianza y elegancia, sin mostrar ningún rastro de la cirugía cerebral que hubiera tenido hace algunos unos días, estaba completamente enérgico
Sus labios finos acababan de abrirse, cuando su teléfono vibró repetidamente en la palma de su
mano.
Antes, ni siquiera lo habría notado, pero esta noche su mujer desapareció sin contacto alguno, así que sostuvo su teléfono toda la noche, temiendo perder una sola llamada o mensaje de ella.
Entonces, cuando el teléfono vibró, su corazón también vibró muy rápidamente.
Sin mostrar ninguna emoción, Alejandro bajó los párpados y desbloqueó la pantalla…
En un instante, sus pupilas se contrajeron violentamente al escanear las fotos que le habían
enviado, su corazón latía frenéticamente, a punto de salir de su pecho con gran desenfreno.
Al instante, se dio la vuelta sin importarle la confusión de las personas y se precipitó desde el
escenario a grandes zancadas.
Las personas: -¿Qué está sucediendo?
Enrique estaba atónito, inclinándose hacia adelante de repente, -¡Este mocoso! ¿Qué está
haciendo?
César, parado junto a la puerta trasera, también entró en pánico y corrió tras los pasos de Alejandro.
Afuera del salón de banquetes.
Alejandro fruncía el ceño, pálido en su apuesto rostro, mientras sus pasos se volvían cada vez más
rápidos.
En ese momento, se acercaba una hermosa mujer, con el cabello largo y suelto, vistiendo un traje
Chanel blanco, como una radiante y espléndida rosa.
Era la hija de Urbano, Carolina.
Cuando Carolina vio que Alejandro se acercaba directamente hacia ella sin apartar la mirada, se
llenó de alegría y gran felicidad.
Con ojos seductores, levantó la mano para saludar al hombre, -Señor Hernández…
-Muévete.
-¡Ah!
Como resultado, el hombre pasó como un vendaval, chocando su hombro y esquivándola,
dejándola, tambaleándose y con un fuerte dolor en su hombro.